Cómo curar un mate de algarrobo
Si acabás de comprarte un mate de algarrobo, antes de empezar a cebar hay un paso fundamental: curarlo. No es un trámite complicado, pero sí necesario para que el mate no te dé ese sabor raro a “nuevo” y para que la madera dure mucho más tiempo acompañándote en cada ronda.
Acá te dejo los pasos para hacerlo con calma, sin complicaciones, y hasta con un poco de onda:
-
Untá el interior del mate con manteca o aceite —sí, manteca o aceite de cocina—, como si estuvieras enmantecando un molde para torta. No hace falta que quede una capa gruesa, con un poco alcanza para sellar los poros de la madera y evitar que se raje. Es el primer mimo que le das a tu mate.
-
Colocá yerba usada y húmeda dentro del mate. Usá la que te quedó del último mate, no hay desperdicio en esta historia. Cubrí bien toda la superficie interna, pero sin llenar a lo loco. La yerba húmeda es como el primer “curso” que le das a la madera para que se vaya acostumbrando.
-
Dejalo reposar durante 48 horas en un lugar seco. No lo apures ni lo andes tocando, dejalo tranquilo para que la madera vaya absorbiendo la humedad con calma.
-
Sacá la yerba y raspá suavemente el interior con una cuchara. No hace falta ser violento, solo retirar restos sueltos o residuos que hayan quedado.
-
Por último, cebate unos mates y disfrutalos. Ya está listo para acompañarte en esas charlas, momentos de relax o madrugadas que se hacen largas. Y si estás solo, no importa, el mate siempre es buena compañía.
Listo el trámite: ahora sí, este mate está preparado para soportar madrugones, domingos de resaca y charlas existenciales. 🧉
🌿 Cuidados básicos para tu mate de algarrobo 🌿
Che, cuidá ese mate como si fuera un amigo:
Después de usarlo, sacale la yerba y dejalo secar bien. No lo dejes con yerba más de dos días… a menos que quieras criar hongos y no amigos.
No lo laves con agua y jabón, ¡nunca! (el mate no es plato).
Con una servilletita alcanza, le sacás la humedad y lo dejás descansar en la mesada, boca arriba, como si estuviera tomando sol.
Y listo, ya estás tratando al mate como se merece: como a un buen compañero.