%10 OFF ABONANDO EN EFECTIVO EN EL LOCAL
¿Cómo curo mi mate de algarrobo?

Cómo curar un mate de algarrobo

Si acabás de comprarte un mate de algarrobo, antes de empezar a cebar hay un paso fundamental: curarlo. No es un trámite complicado, pero sí necesario para que el mate no te dé ese sabor raro a “nuevo” y para que la madera dure mucho más tiempo acompañándote en cada ronda.

Acá te dejo los pasos para hacerlo con calma, sin complicaciones, y hasta con un poco de onda:

  1. Untá el interior del mate con manteca o aceite —sí, manteca o aceite de cocina—, como si estuvieras enmantecando un molde para torta. No hace falta que quede una capa gruesa, con un poco alcanza para sellar los poros de la madera y evitar que se raje. Es el primer mimo que le das a tu mate.

  2. Colocá yerba usada y húmeda dentro del mate. Usá la que te quedó del último mate, no hay desperdicio en esta historia. Cubrí bien toda la superficie interna, pero sin llenar a lo loco. La yerba húmeda es como el primer “curso” que le das a la madera para que se vaya acostumbrando.

  3. Dejalo reposar durante 48 horas en un lugar seco. No lo apures ni lo andes tocando, dejalo tranquilo para que la madera vaya absorbiendo la humedad con calma. 

  4. Sacá la yerba y raspá suavemente el interior con una cuchara. No hace falta ser violento, solo retirar restos sueltos o residuos que hayan quedado. 

  5. Por último, cebate unos mates y disfrutalos. Ya está listo para acompañarte en esas charlas, momentos de relax o madrugadas que se hacen largas. Y si estás solo, no importa, el mate siempre es buena compañía.

Listo el trámite: ahora sí, este mate está preparado para soportar madrugones, domingos de resaca y charlas existenciales. 🧉

 

🌿 Cuidados básicos para tu mate de algarrobo 🌿

 

Che, cuidá ese mate como si fuera un amigo:

Después de usarlo, sacale la yerba y dejalo secar bien. No lo dejes con yerba más de dos días… a menos que quieras criar hongos y no amigos.

No lo laves con agua y jabón, ¡nunca! (el mate no es plato).

Con una servilletita alcanza, le sacás la humedad y lo dejás descansar en la mesada, boca arriba, como si estuviera tomando sol.

Y listo, ya estás tratando al mate como se merece: como a un buen compañero.